ARIEL ARNALDO ORTEGA

Un tipo que nos enseñó que la gambeta es de las pocas mentiras que dan satisfacciones. El dueño de la cintura más temible, el creador del quiebre de cintura más efectivo...

Lo primero que debo preguntarme es si equipos como Parma, Valencia, Sampdoria y Fenerhbace son más grandes y gloriosos que River. La respuesta que me doy es que no. Y suponiendo que el sentido común se imponga y el que lea esta nota piense como yo, estará de acuerdo entonces que cuando se dice que Ortega sólo anda bien en River se le está regalando un soberbio elogio. Es harto merecido. No se niega el fracaso en Europa, solo se compara calidades y vitrinas. Ortega es para jugar en un equipo grande. Destacar las virtudes de Ariel a esta altura de su campaña no va a hacer de mí un observador perspicaz. Fue hasta hoy y por lejos, el mejor jugador que se puso la camiseta nacional desde el retiro voluntario de Maradona. Siempre fue el que en el imaginario colectivo podía aportar algo decisivo, grandioso, glorioso.

El Burrito coronó otro título con River y acalló con fútbol las dudas de los ingenuos que pensaban que el Burrito ya estaba de vuelta.

¿Como discutir al que brinda algo distinto dentro de este fútbol-atletismo que los amantes de los resultados han entronizado hace década y media? El hincha argentino suele ser un buen observador de fútbol, y lo imagino identificado con el fútbol que propone Ortega. Gambeteador, morfón muchas veces, hiper-habilidoso, inmaduro en las reacciones, es sin dudas Ariel un jugador distinto. El jugador distinto, de esos que justifican la erogación de una entrada, porque al fin y al cabo, uno paga para ver fútbol, algo que el burrito entrega sin reticencias.

¿Ese burrito? No es un burrito cualquiera. Es jujeño y tiene nombre. Se llama Ariel Ortega y brinda espectáculo dos horas por semana, y quiera Dios sea por muchos años más con la 10 de River en la espalda.

Biografía de un Ídolo: Ariel Ortega

Ariel es el símbolo del fútbol espectáculo, del potrero, la alegría del despilfarro de gambetas, de la naturalidad en su máxima expresión.

Volante ofensivo y Delantero. Hincha de River desde la cuna. Nació a las 19:30 hs del 4 de marzo de 1974 en Ledesma, Jujuy. Casado con Danesa y padre de tres hijos: Sol, Tomás y Manuela, que lo esperan despiertos todos los domingos para darle el mejor de los abrazos.

A lo largo de su carrera ha convertido hasta el día de hoy 137 goles oficiales y ganó 12 títulos. El Burrito o simplemente Ariel. Una de las más deslumbrantes apariciones de la década del 90. Siempre se destacó por su forma de juego de "gambeta" y enganches y se consolidó como uno de los referentes de aquél equipo.

Siempre fue un jugador de apariciones durante los partidos. Antes eran más frecuentes, hoy siguen siendo decisivas. Formó parte del primer campeón de torneos cortos, el River del Apertura 91. Casi 17 años más tarde, fue pieza fundamental del último título de River, el primero de su tercer ciclo en su casa.

Ex medioscrum de Atlético Ledesma de Jujuy, Ariel Arnaldo Ortega es el último prócer de River Plate. Un lugar del que nadie podrá sacarlo.


Sus 11 Títulos:

Apertura 1991 (River)
Apertura 1993 (River)
Apertura 1994 (River)
Panamericano 1995 (Selección Argentina)
Copa Libertadores 1996 (River)
Apertura 1996 (River)
Medalla de Plata Atlanta '96 (Selección Argentina)
Supercopa 1999 (Parma)
Clausura 2002 (River)
Apertura 2004 (Newell's)
Clausura 2008 (River)

La gloria y los Superclásicos

Ariel y Enzo, festejan la goleada en la Bombonera

Dicen los que saben que los grandes jugadores aparecen en las más difíciles y éste jujeño, que por ese entonces tenía 20 años recién cumplidos, eligió un Superclásico para dejar de llamarse Orteguita.

Jugó en una Bombonera repleta de presión con soltura y alma de potrero; gambeteó y desparramó rivales jugando como wing derecho y no se cansó nunca de pedirla y de resolver en una baldosa. Dejó en ridículos a Mac Allister (¡pobre colorado!), Navarro Montoya y al experimentado defensor Juan Simón.

A los 14 minutos de la segunda mitad entró al área por la punta derecha ¿cuando no? y sacó un latigazo infernal que se clavó en el ángulo izquierdo de Navarro Montoya. Luego, siguió enloqueciendo rivales y provocó la expulsión de Peralta. Más tarde llegaría el segundo de Hernán Crespo para adornar el resultado.

Ese mismo año, el 11 de diciembre y con un Mundial encima, Ariel volvió a pisar la cancha de Boca. Esta vez, tenía a un compañero de lujo a su lado: Enzo Francéscoli. Nuevamente fue la figura del Superclásico, en aquella inolvidable goleada por 3-0 que le permitió al equipo de Gallego coronarse campeón invicto -por única vez en la historia- una semana después.

El Chango clavó un derechazo desde afuera del área por encima del cuerpo del mismo Navarro Montoya y colocó el 2 a 0 parcial. Anteriormente, le habían cometido el penal que Francescoli luego transformaría en gol.

Año 2002, tenía que volver el Burrito de las mil y un gambetas para alterar la historia y sacarnos de encima una mochila pesada otra vez después de 8 años. Con una actuación soberbia y participando activamente de los 3 tantos, Ariel fue el protagonista de otra goleada histórica en la Bombonera. Sirvió a Esteban Cambiasso (en el primer gol) y a Ricardo Rojas (en el tercero). Robó la pelota a Serna en la mitad de la cancha, la llevó al área rival, la abrió a Zapata a la izquierda, la volvió a recibir y dejó solo a Cavenaghi para que éste dejara a Coudet listo para empalmar el segundo. Tenía que regresar Ariel para poder gritar en La Ribera. Posteriormente, River gritó campeón por trigésima vez.

Pero en nuestro estadio le faltaba regalarse a sí mismo y al público riverplatense una actuación desopilante. Y fue el 7 de octubre del 2007, su tercera etapa con la banda sangre sobre el pecho, la de la gran actuación ante Boca en el Monumental. La coronó con un tanto a través del tiro penal que mandó a la red en el minuto 31 de la primera mitad. Y eso que dejó a los hinchas con el corazón a mil y el grito atragantado de tanto sufrir porque tuvo que patear dos veces la pena máxima, ya que en la primera, se había adelantado el arquero Caranta. Además, se lo había contenido el arquero rival, arrojándose a la derecha del Burrito. Pero en la repetición, el jujeño eligió el mismo palo y el arquero se tiró al otro. Gol y delirio. Saltó, Ortega, los carteles publicitarios, y se mandó atrás del arco que da al Río de la Plata, de cara a la tribuna local. Los hinchas no pararon de alentarlo y de gritar por él. Por este Burrito superclásico de 33 años y magia eterna. Por ese ídolo que no paró de bailar a sus marcadores de turno, que hamacaba la cintura para un lado y para el otro, y siempre salía airoso en esas incursiones.

Sus comienzos


A fines del 91 fue presentado en sociedad en el triunfo frente a Platense 1 a 0. Su fútbol de potrero siguió siendo apreciado por por el exigente hincha de River. Ortega siempre llevó en sus gambetas los colores de River. Tanto que cuando veía enfrente a boca se motivaba más. Desde su primer superclásico, el 4/5/92, cuando enloqueció a Juan Simón y a Diego Soñora, supo que este partido era diferente de los demás. Su momento cumbre en el clásico de los clásicos se dió el 14/12/94, en el 3-0 en la Bombonera en el que dio cátedra de fútbol junto a Marcelo Gallardo y Enzo Francescoli. Ese día el Burrito paseó a Fabri y a Mac Allister y como postre se llevó un golazo de emboquillada a Navarro Montoya. En su último partido jugado en la Bosteria con la camiseta de River, Ariel volvió a brillar en el 3-0 que culminaría con la obra maestra de Ricardo Rojas y su vaselina.

Ya la rompía con los grandes de Atlético Ledesma de su Jujuy natal, cuando en diciembre de 1990 le llegó la oportunidad de probarse en River. Ariel tenía en ese momento 16 años y unas ganas tremendas de triunfar con la camiseta que había soñado toda su vida. Luego del largo viaje desde su provincia, el coordinador de la Divisiones Inferiores, el brasileño Delem, le dijo que fuera a descansar y que otro día lo miraría. Pero no quizo esperar y al cabo de 15 minutos de quebrar la cintura y dejar chicos por el camino convenció al cuerpo técnico de que estaba destinado a triunfar en el club.

Se integró a la Sexta, en la que jugó 11 partidos antes de pasar a la Reserva, donde aquellos hinchas que van temprano a la cancha se empezaron a enamorar de sus indescifrables gambetas. Pronto tuvo la oportunidad de mecharse en algunos entrenamientos de la primera y dejar mal parados a los jugadores de experiencia. Entre Higuaín y Comizzo le hicieron pasar una prueba de fuego. Ortega le metió un caño al Pipa, que le respondió con una patada. Ariel se levantó calladito y los siguió encarando. Entonces Comizzo gritó: "No le peguemos más que este pibe tiene huevos en serio".

Su paso por Europa

En Marzo del '97 fue contratado por el Valencia de España por 12.500.000 dólares. Ariel fue protagonista hasta ese momento del pase más caro del fútbol argntino. Y en el club español marcó territorio en el primer partido. Ya había hecho un gol y llegó un penal para el equipo. Cuando lo iba a patear se le acercó Farinós y le pidió patearlo porque Ariel ya había hecho uno. Y Ortega le dijo: "Salí de aca que te cago a trompadas". El Burro pateó y convirtió el gol.
Allí en el Valencia convirtió uno de los mejores goles del año 97 frente al FC Barcelona en el mismísimo Camp Nou.

Un año más tarde pasó por la Sampdoria de Italia (1998-1999), donde vivía en un castillo frente al mar. En este club marcó otro grandisimo gol, al mismisimo Inter y elegido uno de los mejores tantos del año '99 a nivel mundial y el más hermoso de toda su carrera. (Ver Video 10 mejores goles del Burro).

De ahí se fue al Parma en el '99 donde fue compañero de Hernán Crespo y ganó la Copa UEFA y la Supercopa.

El regreso

Siempre se lo extrañó como a un hijo. Hasta que a mediados del 2000, en una tarde lluviosa frente a Rosario Central, en la goleada 4-1, volvió a tener su oportunidad, como aquella tarde del 90. El día que reapareció, ante los rosarinos, la rompió como si nunca se hubiera ido. Su incorporación resultó toda una novedad, pensando en el fútbol que podía dar junto a Saviola, Aimar y Angel, tanto que se los llamó los cuatro fantasticos.

Fortaleció su relación con los hinchas hasta llegar a la categoría de ídolo máximo. Siguió siendo un indiscutido por su talento y sus permanentes muestras de amor hacia el club de su vida.

Turquia y la llegada a Newell's

Luego de ganar al Clausura 2002, fue contratado por el Fenerbahçe de Turquía club que abandonó en febrero de 2003 ya que nunca terminó de adaptarse al país: las costumbres, el idioma, el fútbol turco, etc.

En agosto de 2004 Newell's Old Boys negoció con los turcos, y destrabó esa inhabilitación impuesta por la FIFA, por el reclamo del incumplimiento del contrato que unía a Ortega con el Fenerbahce, y contrató al jujeño, quien volvía al fútbol argentino, pero tristemente para los hinchas de River con otra camiseta.

Mediante el pago de 3.500.000 de euros, Newell's realizó un "histórico acuerdo", a través del pago de la suma millonaria como indemnización a ese club por el abandono de trabajo en el que había incurrido el delantero a principios de 2003.

Su presentación oficial en el clun de Rosario fue como Ariel se lo merecía: a lo grande. Participaron jugadores, socios y simpatizantes acompañados por un show de fuegos artificiales.

En el club rosarino Ariel Ortega siguió con la costumbre de dar vueltas olimpicas, ya que ganó el Apertura 2004 con el Tolo Gallego de técnico.


VIDEO - La mágia de Ariel en Turquia





VIDEO - Golazo de Ariel en Newell's

La vuelta más esperada


En agosto de 2006 volvió al club que lo vio nacer, su River Plate. En Octubre del mismo año solicitó ayuda profesional y de sus compañeros del club para tratar de salir de ciertos problemas personales que lo aquejan. Luego de dichos problemas volvió un 5 de Noviembre frente a San Lorenzo de Almagro, por la 14° fecha del torneo Apertura , con una actuación soberbia del equipo de River en el Monumental (5-0), el "Burrito" ingresó a los 22' del segundo tiempo y enseguida dio muestras del talento que lo caracteriza anotando un golazo picando la pelota al arquero rival (S.Saja).




En la pretemporada de enero de 2007 en la ciudad de Mar del Plata, trabajó, se esforzó por mejorar y se ganó un puesto para enfrentar a Racing Club por el Torneo de verano, partido en el que marcó un gol de penal.

El domingo 18 de marzo, Ariel Arnaldo Ortega, regresó al fútbol grande, dándole la victoria a River por 1 a 0 frente a Quilmes, con un gol sobre la hora y con la mano.

Una vez comenzado el 2008, Diego Simeone dijo: "Ortega será el capitán del equipo", cuando lo consultaron sobre quien era el elegido para llevar la cinta, esa que él tanto tiempo lució en el seleccionado argentino y en otros tantos equipos. "Está en una edad justa, ha pasado por un montón de situaciones, tiene hambre de ser el que todos conocemos y las responsabilidades hay que asumirlas y él está para eso", afirmó el Cholo.

River se terminaría consagrando campeón del Torneo Clausura, con Ortega como gran figura del equipo, siendo vital en casi todos los partidos del campeonato.

Pero una vez terminado ese torneo, Diego Simeone, contradiciendo las palabras que él mismo había dicho un tiempo atrás, decidió excluir del plantel al último ídolo de River. Sin lugar en el equipo, el Burrito fue cedido a préstamo a Independiente Rivadavia de Mendoza.

Simeone pagó muy caro echar a Ortega del equipo, ya que el Apertura fue su peor fracaso como DT. Por la ausencia de Ortega, jamás pudo encontrar el funcionamiento del equipo, tanto que a la 10º fecha del torneo, River ocupaba el último lugar de la tabla, siendo el peor arranque en la historia del glorioso River Plate.

Las Frases


"Me encanta sentir ese vientito de la pierna del jugador rival cuando lo gambeteo".

"La relación con la gente de River es increíble. Antes, me paraban en la calle y me pedían: "Volvé a River, por favor". Y cuando arreglé, pensé que se iba a cortar. Pero no. Se me paran adelante, me abrazan y se ponen a llorar".

"El error más grande de mi carrera fue irme de River. Donde más feliz, fui y soy es en River. Son errores que uno comete. Si pudiera empezar otra vez mi carrera, no me voy más. River es lo más lindo del mundo".

"Si me preguntan como quien me gustaría jugar, contestaría como yo, como Ortega. Le agradezco a Dios por haber hecho que juegue así. No le envidio nada a nadie".

"Sabía que muchos me iban a decir fracasado, pero volvería a River cien veces más. Soy mucho más feliz acá que en cualquier otro lado. Siento que el respeto es de casi todos los hinchas del fútbol, también me pasa con los jugadores de otros clubes".

"Con mi nombre se tapan muchas cosas que pasan en el club. No quiero ser suplente. El puesto no lo perdí en la cancha. Si digo lo que pienso se arma un lío bárbaro".

"Por ahí escucho a los periodistas hablar de la diferencia de categoría, pero para mí el fútbol es siempre igual. Tenés buenos, mediocres y malos jugadores, en Primera y en Europa, el fútbol es igual en todos lados".

PUBLICADO POR GERARDO GABRIEL SUBERO

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Su llegada a Mendoza


Luego de que Simeone lo excluyera del primer equipo de River Plate, el Burrito arribó a Mandoza y llegó Independiente Rivadavia a préstamo por un año y sin opción. Tranquilamente pudo Ariel quedarse en su casa, pero su amor hacia la pelota de fútbol pudo más y se fue a jugar al Nacional B.

La llegada del "Burrito" provocó un gran conmoción en el fútbol mendocino y en la parcialidad de la "Lepra" que comenzó a adorar al gran ídolo de River. El domingo 27 de agosto del 2008, Mendoza tuvo uno de los días más importantes de su historia futbolística. Es que Ariel Ortega hizo su estreno con la camiseta de Sportivo Independiente Rivadavia, uno de los equipos más populares de la provincia cuyana.

Más de 30.000 personas le dieron la ovación al Burrito en el Estadio Malvinas Argentinas. Ese día Independiente Rivadavia empató 3-3 contra Defensa y Justicia, en un encuentro vibrante, que tuvo grandes apariciones de Ortega, quien fue determinante al marcar la igualdad definitiva desde los doce pasos. El "Burrito" jugó todo el encuentro y mostró algunos destellos de calidad.

Después del partido, Ortega habló en conferencia de prensa: "Me sentí muy bien, un poco ansioso por querer jugar y por todo lo que había sucedido. Era todo un poco nuevo, a medida que pasó el partido me fui sintiendo bien y con el paso de los encuentros vamos a ir mejorando. Hice una muy buena pretemporada, tengo mucho para mejorar", explicó.

Pero el Burrito nunca se sintió cómodo, ni contento. Fueron 25 partidos y 4 goles. A principios de mayo, en común acuerdo con los dirigentes, rescindió su contrato con la entidad mendocina, cuando aún le quedaban dos meses.

"Tuvimos que tomar decisiones que son dolorosas. Los nueve meses que estuvo fueron buenos, la llegada de él es un antes y un después. No cualquiera deja un equipo después de salir campeón para jugar en el ascenso. Deportivamente no dio todo lo que se esperaba, pero el saldo es positivo”, declaró Vila, presidente de Independiente Rivadavia de Mendoza.

La Selección

En cuanto al Seleccionado, Ortega debutó en el mismo en 1993, en un partido contra Alemania en Miami y reemplazando nada más ni nada menos que a Diego Armando Maradona. Ese día el Burrito usó la casaca número 17. De allí en más fue habitual jugador de la albiceleste participando en tres campeonatos mundiales de la FIFA.

Ortega, es recordado por haber sido quien reemplazó en nuevamente a Diego Maradona luego de su suspensión en la Copa Mundial de Fútbol de 1994 y por ser uno de los últimos grandes exponentes del potrero argentino. Con esta camiseta participó de tres mundiales (Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Cora-Japón 2002) y anotó 17 goles.

En el Mundial de Francia '98 enfrentando a la poderosa Inglaterra por los 8º de final, el Burrito tiró 4 caños deliciosos. Fantasías propias de un jugador como Ortega, que regala esos lujos en partidos calientes y en certamenes tan importantes como lo es una Copa del Mundo. Es que el juego de Ariel, es ese, y nunca lo va a cambiar.

En una gira con la Selección, a la hora de repartir las habitaciones, a Maradona le dieron una para él solo. Pero el Diez pidió: "Quiero estar con Orteguita". Ariel recuerda siempre que cuando Maradona se dormía, él se quedaba mirándolo. "Te hipnotiza, los ojos se te van hacia él", decia el Burrito.

Simplemente Ariel

Ariel y su obra de arte. Tremendo caño a Paletta. Un plomero por acá...

Si existe una palabra que pueda definir a Ortega es desequilibrio. Su habilidad, su quiebre de cintura y su gambeta endiablada representan un permanente dolor de cabeza para cualquier defensor. Además, su gran dosis de coraje lo transforma en un jugador muy respetable, ya que nunca "arruga".

Jugar al fútbol es la principal filosofía deportiva de Ariel. No es mezquino; siempre trata de mostrar todo el potrero que tiene encima, logrando así llevarle alegrías a las distintas aficiones del mundo, cansadas de jugadores-amarretes, ultratácticos-y repetitivos.

Orteguita es sencillamente diferente. Ariel será siempre de River y River será siempre para Ariel. El burrito, un símbolo del buen fútbol riverplatense.

Este es mi humilde homenaje para el último ídolo de River Plate: Ortega... o simplemente Ariel.


VIDEOS - Goles a Boca

Clausura 1994


Apertura 1994



Apertura 2007




Mendoza 2008



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"El ídolo" - Fragmento del cuento narrado por el escritor uruguayo Eduardo Galeano

Y un buen día la diosa del viento besa el pie del hombre, el maltratado, el despreciado pie, y de ese beso nace el ídolo del fútbol. Nace en una cuna de paja y choza de lata y viene al mundo abrazado a una pelota. Desde que aprende a caminar, sabe jugar. En sus años tempranos alegra los potreros, juega que te juega en los andurriales de los suburbios hasta que cae la noche y ya no se ve la pelota, y en sus años mozos vuela y hace volar en los estadios. Sus artes malabares convocan multitudes, domingo tras domingo, de victoria en victoria, de ovación en ovación. La pelota lo busca, lo reconoce, lo necesita. En el pecho de su pie, ella descansa y se hamaca. Él le saca lustre y la hace hablar, y en esa charla de dos conversan millones de mudos. Los nadies, los condenados a ser por siempre nadies, pueden sentirse álguienes por un rato, por obra y gracia de esos pases devueltos al toque, esas gambetas que dibujan zetas en el césped, esos golazos de taquito o de chilena: cuando juega él, el cuadro tiene doce jugadores.- ¿Doce? ¡Quince tiene! ¡Veinte! La pelota ríe, radiante, en el aire. Él la baja, la duerme, la piropea, la baila, y viendo esas cosas jamás vistas sus adoradores sienten piedad por sus nietos aún no nacidos, que no lo verán.